martes, 23 de febrero de 2010

Estados de ánimo


No es la primera vez que acabo los exámenes y digo: "tampoco fue para tanto"; pero recordar a mi amiga Tina en un estado semi-psicótico, alternando entre los diversos estados del alma en cuestión de segundos, me recuerda que realmente no fue nada agradable. Esta mañana hablábamos de estar exasperado, o estarlo desesperado. Sin mirar en el diccionario, y con todo riesgo de arrearle una hostia, hemos concluido que la primera se refería a una situación momentánea, mientras que la segunda, hacía referencia a un colapso total... sin duda, ella estuvo muy desesperada durante todo este tiempo, pero aún a riesgo de que pueda arrearme un guantazo, tengo que decir que los males contextualizados, son como las penas con pan, tienen un principio, y un final, lo que significa que tienen un fácil remedio: esperar a que pasen o reubicarte. Otra cosa muy distinta es que las penas no acaben nunca, y quizás lo peor de todo esto es que seamos nosotros quienes estemos buscándolas continuamente. Pues quizás, tanto lo "bueno", como lo "malo" sean simplemente las respuestas a la óptica que utilicemos para su visualización. Sigo pensando que irse de viaje, o pillarse unas vacaciones está muy bien, pero esta mañana le decía a mi amiga Tina, que lo peor es que al final, de lo que más tratas de descansar, se irá contigo: tú mismo.

viernes, 12 de febrero de 2010


Hace casi un año, el pasado marzo, llegaba de viaje a mi casa, y allí estaba mi abuela hablando con mi madre en el salón. Era el 28 de marzo de 2009, cumpleaños de mi abuelo. Allí estábamos mi abuela, mi madre y yo, mientras ellas escuchaban como me había ido el viaje a la A Coruña, donde había recibido un curso de inglés. Posiblemente, como mi abuela no estaría prestando atención a nada de lo que decía, soltó: ojo volar, las nubes, el cielo, madre mía, que habrá por allí... Y yo encantado y muy dispuesto a escuchar lo siguiente, así que me dice: pues tu abuelo voló una vez... Y de repente, cuando uno piensa que ya tiene pocas historias que escuchar de su abuela, van y le cuentan una de las mejores, no es en absoluto una historia significativa, o de algún modo profunda, pero dado el día que era y que mi abuela se había acercado a las nubes para analizarlas, a mi, me emocionó. Resulta que cuando mi abuelo hacía la mili en Getafe y uno de sus compañeros tenía que realizar prácticas con la avioneta, o simplemente le apetecía dar una vuelta (no recuerdo el testimonio de mi abuela), este, invitó a mi abuelo a subir con él y dar una vuelta por el norte de La Mancha, fue entonces cuando decidieron sobrevolar Madridejos. Mi abuelo, al que imagino hiperemocionado ( algo a lo que también es propensa mi madre, a la hiperemoción) y no es para menos, decidió lanzar al aire unas cuantas hojas en las que decía: Un saludo desde el aire, Doroteo Escribano. Un granjero (o un agricultor), encontró una de estas notas y se la enseñó a mi abuela, que tendría por aquel entonces sus primeras reflexiones sobre el cielo y las nubes. Volver a recordar a mi abuelo, en una situación nueva y real, suponía de algún modo volver a estar cerca de él, sólo aquí radica el valor de esta historia, por lo que es posible que no signifique nada para nadie más. Pero como no quería estrenar el blog sin una entrada...