miércoles, 1 de septiembre de 2010



En las últimas semanas, he sido (en potencia): periodista, antropólogo, político, profesor... Supongo que esto es común a todas las personas que terminan su carrera (universitaria), y en general, a todos los indecisos que vagan por el mundo. Lo único cierto es, que por ahora, sólo soy "helato", como la china de abajo me llama, para ser más exactos mi nombre es Helato Pan, y puesto que ni siquiera he terminado la licenciatura en Historia, soy sólo eso y nada más. Esta entrada queda dedicada a mi amiga Paloma, conocida en mi móvil como "no le gusta su nombre". Lo único que necesita Paloma si de verdad no le gusta su nombre es pillarse un buen chino como el de abajo de casa, en su caso, lo más probable es que acabara siendo "lecarga" o "Cola Cao", la señorita Lecarga Cola Cao. Es a ella a quién le debo esta brillante entrada, pero lo cierto es, que quizá, una estupidez semejante sea la mejor manera de retomar mi abandonado Blog.
La señorita Cola Cao, ha sido una de las personas más influyentes en la vida de D. Pan. Lecarga siempre ha sabido como focalizar todo mi odio, pero lo cierto y verdad es que ha sido la única capaz de aguantarlo. Porque señores que no leen el blog en el que no escribo, Doña Cao para mi, antes que ser, está. Esto es lo más importante de Lecarga Cao, y aunque la vean deambulando muchas noches de niebla por "El Paseo", con esa cara que siempre sugiere "si te crees que no vengo de donde tu vas!", Doña Cao es como las estaciones de servicio, no pertenece al principio, ni pertenece al final, simplemente está a lo largo de todo el camino. Ella te observa, y no se porque extraña razón, tú te tranquilizas...
Así, D. Pan, al que le agrada mucho ese nombre dada la admiración idílica que sentía por su abuelo el panadero, mientras sigue pensando en el amplio abanico de posibilidades que le ofrece el mundo, se alegra de que gracias a Lecarga y a sus apariciones en los momentos más oportunos, haya recuperado su blog, y le muestra su gratitud a la siempre presente y muy querida Srt. Cao. Va por usted.

jueves, 1 de abril de 2010


Más que por tener algo interesante que contar, he decidido volver a colgar otra entrada en el Blog puesto que es algo que me gusta y de lo que no querría perder costumbre. Así que comenzaré hablando de mi viaje a Budapest.
Me enteré de este viaje en noviembre del año pasado. La profesora Rus nos había dicho que todavía faltaba gente por apuntarse y que de las cinco plazas disponibles todavía existían algunas libres. Un cartel distribuido por un montón de tablones de la facultad nos avisaba de este "intensive erasmus program", y dada mi fea costumbre de no leer los tablones de la facultad, este viaje, como muchas otras cosas, había pasado desapercibido. Fuera de plazo, y en un arranque de voluntad, envié el currículo a mi profesora y en unos días fui seleccionado más bien por defecto que por exceso. Después de realizar el peor trabajo que un alumno universitario puede presentar (requisito previo para el viaje; en mi defensa, estaba destinado a una húngara que casi con toda seguridad no lo leería), en marzo y durante dos semanas, compartiríamos una pequeñísima porción de nuestras vidas distintos alumnos de Holanda, Portugal, España y Hungría. Y allí estábamos todos nosotros, cada uno con unas expectativas determinas, y todos, seguramente la mayoría, con muchas ganas de alejarnos no sólo en distancia de nuestros hogares.
Es increíble la cantidad de sensaciones que una experiencia así te puede ofrecer, es fabuloso compartir tus pareceres con gente que vive a tanta distancia, y sobre todo, contrastar esos mismos pensamientos con gente de tu edad te ayuda a comprender que muchas tonterías son sólo eso, tonterías, y que divididos en fronteras políticas, se puede comprobar que la barrera cultural no es tan grande, y que quizás, uno esté mucho más cerca de cualquiera de ellos que, por ejemplo, de una persona más adulta ( o incluso de tu misma edad) con unos quehaceres y por derroteros muy lejanos a los tuyos aunque viva en tu mismo barrio. Como no tengo ganas de contar nada más, me dedico a extraer dos conclusiones sobre lo contado: primero, no dejéis de estar atentos a los tablones universitarios porque, a veces, la vida, os cuelga grandes oportunidades en ellos; y segundo, nunca dejéis de emborrachaos con desconocidos (esto es obvio excluye a menores y a mi hermana).
Dice Novalis (al que yo desconocía) y que lo recojo a través de Poe en "Marie Roget":
Hay series ideales de acontecimientos que avanzan paralelas a los reales.
Raras veces coinciden. Hombres y circunstancias modifican generalmente
la cadena ideal de acontecimientos, de tal modo que parece imperfecta, y sus
consecuencias son igualmente imperfectas.

... era Romántico, y alemán. No se hasta que punto estoy de acuerdo, pero me hizo pensar.

lunes, 1 de marzo de 2010


Hace un año y medio llegaba a San Francisco sin la esperanza de pasarlo tan bien como el año anterior. Mi viaje a Nueva York había supuesto muchas cosas, pero además importantes. En este caso las expectativas eran demasiado altas, y aunque tenía la esperanza de pasarlo igual o mejor, por aquel entonces creía en los ciclos de felicidad, y se suponía que después de uno fantástico, no podría venir uno mejor, incluso todo lo contrario. El día que conocí a Natalia tenía la sensación de haber llegado a la ciudad más sosa y aburrida del mundo, luego comprendería que los ritmos distintos conllevan sensaciones distintas, pero os puedo garantizar que no menos agradables. El día que la conocí, junto con su amigo, el memorable descubridor (y mejor persona), sentada en las escaleras de nuestra residencia no tuve ninguna sensación en especial, esa ciudad me había aburrido el alma.
No sólo la ciudad cambió, sino que todo de repente fue cobrando un sentido especial y a medida que pasaron los días, de repente, San Francisco en particular, y California en general se convirtieron en el escenario de algunos de los mejores días de mi vida. Cambió mi concepción de la ciudad, y lo que yo descubrí en aquella persona nunca me dejaría de fascinar. Esta mañana me decía Natalia que necesito descubrir a alguien extraordinario y aunque le tomo la palabra, creo que ya lo descubrí.

FELIZ CUMPLEAÑOS

martes, 23 de febrero de 2010

Estados de ánimo


No es la primera vez que acabo los exámenes y digo: "tampoco fue para tanto"; pero recordar a mi amiga Tina en un estado semi-psicótico, alternando entre los diversos estados del alma en cuestión de segundos, me recuerda que realmente no fue nada agradable. Esta mañana hablábamos de estar exasperado, o estarlo desesperado. Sin mirar en el diccionario, y con todo riesgo de arrearle una hostia, hemos concluido que la primera se refería a una situación momentánea, mientras que la segunda, hacía referencia a un colapso total... sin duda, ella estuvo muy desesperada durante todo este tiempo, pero aún a riesgo de que pueda arrearme un guantazo, tengo que decir que los males contextualizados, son como las penas con pan, tienen un principio, y un final, lo que significa que tienen un fácil remedio: esperar a que pasen o reubicarte. Otra cosa muy distinta es que las penas no acaben nunca, y quizás lo peor de todo esto es que seamos nosotros quienes estemos buscándolas continuamente. Pues quizás, tanto lo "bueno", como lo "malo" sean simplemente las respuestas a la óptica que utilicemos para su visualización. Sigo pensando que irse de viaje, o pillarse unas vacaciones está muy bien, pero esta mañana le decía a mi amiga Tina, que lo peor es que al final, de lo que más tratas de descansar, se irá contigo: tú mismo.

viernes, 12 de febrero de 2010


Hace casi un año, el pasado marzo, llegaba de viaje a mi casa, y allí estaba mi abuela hablando con mi madre en el salón. Era el 28 de marzo de 2009, cumpleaños de mi abuelo. Allí estábamos mi abuela, mi madre y yo, mientras ellas escuchaban como me había ido el viaje a la A Coruña, donde había recibido un curso de inglés. Posiblemente, como mi abuela no estaría prestando atención a nada de lo que decía, soltó: ojo volar, las nubes, el cielo, madre mía, que habrá por allí... Y yo encantado y muy dispuesto a escuchar lo siguiente, así que me dice: pues tu abuelo voló una vez... Y de repente, cuando uno piensa que ya tiene pocas historias que escuchar de su abuela, van y le cuentan una de las mejores, no es en absoluto una historia significativa, o de algún modo profunda, pero dado el día que era y que mi abuela se había acercado a las nubes para analizarlas, a mi, me emocionó. Resulta que cuando mi abuelo hacía la mili en Getafe y uno de sus compañeros tenía que realizar prácticas con la avioneta, o simplemente le apetecía dar una vuelta (no recuerdo el testimonio de mi abuela), este, invitó a mi abuelo a subir con él y dar una vuelta por el norte de La Mancha, fue entonces cuando decidieron sobrevolar Madridejos. Mi abuelo, al que imagino hiperemocionado ( algo a lo que también es propensa mi madre, a la hiperemoción) y no es para menos, decidió lanzar al aire unas cuantas hojas en las que decía: Un saludo desde el aire, Doroteo Escribano. Un granjero (o un agricultor), encontró una de estas notas y se la enseñó a mi abuela, que tendría por aquel entonces sus primeras reflexiones sobre el cielo y las nubes. Volver a recordar a mi abuelo, en una situación nueva y real, suponía de algún modo volver a estar cerca de él, sólo aquí radica el valor de esta historia, por lo que es posible que no signifique nada para nadie más. Pero como no quería estrenar el blog sin una entrada...